el santo grial de la vida, aquello que persiguen y por lo que darían todo lo que tienen es la felicidad. ¿Pero dónde se encuentra? ¿En el dinero? ¿En un trabajo? o… ¿en un marido perfecto? ¿en unos hijos perfectos? o en ser  ¿unas mamás perfectas? Según el diccionario, una persona perfecta sería aquella que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto. Y yo pregunto ¿eso es posible? ¿Qué consecuencias tiene a largo plazo vivir en esa perfección? No hace falta esperar a que pase mucho tiempo para ver, que una vida perfecta, trae consigo: frustración, soledad, inseguridad, baja autoestima… Lo que hará que inevitablemente, esas personas se pierdan cosas importantes de la vida por esa obsesión insana de ser perfectos o de intentar que otros/as lo sean. Con el cuento de hoy, el objetivo es ayudaros a entender  las consecuencias de la perfección y no os pase como a Nasrudin. Nasrudin y su amigo hacía mucho tiempo que no se veían y, mientras tomaban un té, hablaron de lo divino y de lo humano y rememoraron cómo habían transcurrido sus vidas. Omar le contó que era muy feliz con su mujer, que le había dado tres hijos maravillosos. Como Nasrudin no explicaba nada sobre su estado civil, su buen amigo le preguntó: “Entonces, ¿nunca te has planteado casarte?” [caption id="attachment_740" align="alignright" width="228"]Cuento de Ayudarte Estudio de Psicología Ilustración: Alberto Vázquez[/caption] Tras permanecer un rato callado, le confesó: ” En mi juventud, decidí buscar a la mujer perfecta que tenían en mi mente. Cruce las dunas del desierto, llegué a Damasco y allí conocí a una muchacha muy religiosa y de gran belleza, pero que no tenía ningún interés por las cosas de este mundo. Un tiempo después, atraído por los jardines del palacio de Chehel Sotún, encaminé mis pasos a otra gran ciudad, Isfahan. Paseando, encontré una mujer que conocía lo material y lo espiritual, pero desgraciadamente no era bonita. Entonces viajé al Cairo. Allí, uno de mis mejores clientes me invití a cenar en su casa, donde conocí a mujer preciosa, religiosa y conocedora de todo lo terrenal”. “¿Y te casaste con ella?, le preguntó ilusionado Omar. A lo que Nasrudin respondió: “Ah, compañero, lamentablemente ella también soñaba con un hombre perfecto”. Por tanto, tratar de buscar a esa mujer perfecta, solo hizo que acabara solo y perdiera oportunidades de conocer a otra mujer que fuera “buena” para él. Muchas veces “lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno”. Así que os lanzamos la siguiente pregunta ¿cuál es el precio que vas a pagar por ser perfecto/a? ¿Vas arriesgarte a disfrutar de la vida sólo por buscar un grial que no existe o porque crees que los demás lo tienen?]]>

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