¿Desde que descubriste que tu hijo tiene alta capacidad crees que tienes demasiadas expectativas con él/ella? ¿te gustaría poder guiarle en su desarrollo? Lo primero que sucede cuando las familias descubren el diagnóstico es quedarse paralizadas. Más que un motivo de alegría es un “jarro de agua fría”, aunque llevas mucho tiempo sospechándolo, descubrirlo significa no sentirte preparado y darte cuenta que los desvelos y esas pequeñas dificultades tienen un nombre, pero ahora que lo sabes no tienes ni idea de cómo te vas a enfrentar. Me dicen cosas como “yo sólo quería un hijo “normal” como si de pronto hubiera dejado de serlo y debo confesar que me sorprende. Dar este tipo de noticia, debería ser motivo de alegría, pero por una extraña razón nos empeñamos en ver el vaso “medio vacío”. Sé que tener altas capacidades no es garantía de éxito en la vida, es necesario otra serie de cosas. Sin embargo, yo que fui de las que estaba hasta tarde estudiando, me hubiera encantado tener ese potencial. Porque para mí, tener altas capacidades significa conducir un coche con unas buenas ruedas y un buen motor, pero hay que tener cuidado con los inconvenientes que vas teniendo a lo largo del camino. Porque ir a más velocidad, no significa que te excluya de tener contratiempos: que se te pinche una rueda, que derrapes o que alguien se interponga en tu camino. A veces, somos los demás en un intento de ayudar, los que cometemos errores. Hoy, la guía Superpapis viene a la carga para enumerarte algunos de los más habituales para que no los pierdas de vista:
- Etiquetarle sin conocerle: Ni todos los niños de altas capacidades son iguales, ni todos se comportan de la misma forma. Ser de altas capacidades no te convierte en un experto en todo e incluso aunque tengas talento en algo, no significa que quieras aprovecharlo en ese momento. Tu hijo/a es más que una etiqueta, así que si quieres conectar realmente con él o ella, no infravalores las cosas que te dice. Puede que este a años luz de erradicar el hambre en el mundo, pero no pierdes nada por pasar unos minutos hablando sobre el tema.
- Se les trata como adultos cuando no lo son: Nos olvidamos la edad que tienen y lo niños que son. Que puedan hablar o caminar antes que el resto, no significa que sepan gestionar sus emociones de forma adecuada. Muchas veces les tratan como miniadultos sin serlo y en general, se suele ser menos empático ante sus rabietas, tristezas o frustraciones acerca de las injusticias, la muerte o el mundo. Al mismo tiempo, hace que muchos padres nunca lleguen a ponerles normas o límites porque las cuestionan constantemente o negocian para conseguir librarse de ellas.
- Superexpectativas que tenemos de ellos: Al hablar de altas capacidades entendemos que tienen que tener unas grandes facultades y desconocen los que es el miedo a suspender o sus respuestas son brillantes. Nada más lejos de la realidad. Precisamente es justo lo contrario, ellos mismos están tan acostumbrados a hacer las cosas bien, que tienen miedo a fracasar y suelen ser muy críticos ante cualquier fallo o tratan de pasar inadvertidos.
- Apuntarle a multitud de actividades: Los niños y niñas de altas capacidades tienen intereses muy variados, por tanto, no hace falta que les apuntes al conservatorio inmediatamente después de que te enteras que tiene altas capacidades o a cualquier otra actividad que sobreentiendas que será bueno para él o ella. Es importante fomentar su curiosidad, pero a veces esa curiosidad no tiene por qué estar en una actividad concreta. A veces, está en un documental, en un libro, en explorar la naturaleza…y otras veces puede que no haya descubierto aquello que le apasiona y no se interese por ninguna.
Afrontar los reveses que la vida te da no es sencillo, tanto si tienes altas capacidades como si no la tienes. Sin embargo, como has visto a lo largo del artículo, por el hecho de serlo, acabamos cometiendo algunos errores que con otros niños/as no cometeríamos. Por eso, los papis y mamis que tienen un hijo o hija de altas capacidades que acuden al estudio buscan el mismo apoyo y guía para poder educar a su hijo. Tener altas capacidades no es un trastorno ni tu hijo tiene porqué ir al psicólogo de por vida, pero como el resto de niños que acuden, nunca está de más acompañar en un momento dado tanto a las familias como a los/as niños/as. O ¿a ti no hubiera gustado que te ayudaran a afrontar ese miedo al rechazo o a manejar mejor tus emociones? Pues a los niños/as de altas capacidades igual. Estar en el estudio y tener la oportunidad de conocer a niños con altas capacidades me ha ayudado a darme cuenta de que lo que importan son las personas. No es necesario sentirse abrumada con sus preguntas y pretender contestarlas todos, sólo escucharles y ponerse en su lugar. Y ahora me encantaría que me dieras tu opinión al respecto ¿tienes un hijo de altas capacidades? ¿te agobia o le tratas como el resto de niños y niñas de su edad?