El verano es un momento perfecto para sentarte a pensar y reflexionar sobre tu vida, tanto sobre lo que quieres cómo sobre lo que no. Siempre que me preguntan a que me dedico, empiezo a hablar sin parar sobre lo que es la psicología, “mis familias” y lo afortunada que soy por dedicarme a lo que hago, no siempre tuve claro exactamente que fuera a montar un estudio, pero sí que me vocación era ayudar a los demás. Sin embargo, conozco a muchas personas que nunca han tenido ese mismo sentimiento. Hicieron una carrera porque había que hacerlo y se dedicaron a cualquier trabajo porque eso era lo que debían hacer para obtener un salario y pagar las facturas sacrificando con ello muchos sueños e ilusiones. Una vida se puede vivir de muchas maneras y creo que siempre puedes escoger cómo quieres vivirla tú. Nunca es tarde para descubrirlo, pero hay que ser muy valiente y conocerte bien para tomar la decisión de lo que vas a hacer, después no puedes sentirte víctima de lo que has escogido porque hay decisiones que son irreversibles. Espero que el cuento que te pongo a continuación te haga reflexionar tanto como a mí y me digas con qué albañil te sientes más identificado en tu tarea como padre o madre o en tu vida.
Los tres albañiles
Recientemente, fui a visitar a mi hermana y vi que, en un solar junto a su casa, estaban levantando un gran edificio. Me acerqué para averiguar de qué se trataba y, poco antes de llegar, vi a un albañil sentado bajo un arbusto. Me dirigí hacia él para preguntarle qué hacía allí. -“Estoy descansando. Hace mucho calor y tengo que cargar con todos esos ladrillos. La verdad es que sólo pienso en la hora de salir“, me confesó. Seguí caminando y me paré ante otra de las operarias, que trabajaba duro apilando sacos de cemento. Le pregunté lo mismo y me respondió: – “Estoy ganándome el sustento diario para mantener a mi familia. No puedo quejarme, aquí tendré trabajo para una temporada”. Antes de llegar a casa de mi hermana, me fijé en un tercer albañil que colocaba vigas. Le formulé la misma pregunta y, con una sonrisa en el rostro, me contestó: -“¡Estoy construyendo la futura escuela de nuestros niños! Será un orgullo para nuestro país!“. Seguro que los tres cobrarían lo mismo, pero eran muy diferentes. Uno odiaba lo que hacía, al otro le daba igual y sólo el tercero trabajaba con entusiasmo. Así sucede en la vida, no importa tu trabajo, sino tu actitud ante él, pues sólo se sentirán felices quienes disfruten día a día de lo que hacen. De ti depende. Con el cuento de hoy pretendo hacerte reflexionar sobre ello, quizás no trabajes pero ser madre o padre ya es un trabajo en sí mismo. ¿Cómo te tomas la educación de tus hijos? ¿qué odias ser padre o madre ¿Quizás te da igual y piensas que tu vida no cambia mucho? ¿qué te entusiasma de ser madre o padre? Me encantaría saber tu opinión, en el estudio muchos padres la comparten conmigo y creo que es necesario ser capaz de aceptar las decisiones con una actitud diferente, no sólo ver el vaso vacío cuando estás solo y lleno cuando estás en Facebook o intagram. ¿Y tú que opinas? Atrévete a dejarme un comentario más abajo, me encantará saber tu opinión ;)]]>
Hola Nuria, yo definitivamente soy como el tercer albañil pero porque yo tengo entusiasmo para cualquier actividad. Pero cierto es que aun estoy buscando el trabajo en el que me siente realizada. He probado muchos trabajos. Unos me han gustado más que otros, pero hay algo en mi vida que no termina de funcionar y no se qué es. Algún consejo para ver qué es lo que no funciona?
Gracias!