A partir de los 2 años, la regulación emocional es uno no de los puntos claves en la educación de los niños/as y que genera muchas dificultades en las familias que tienen hijos/as. El famoso “hasta que tenga los 21-23 no estará preparado para gestionar adecuadamente o inhibir sus impulsos”, es algo que cuesta que entienda una mente adulta. Por eso mismo, hoy te vamos a explicar un poco más sobre lo que es la regulación emocional y qué trastornos mentales están asociados a tener una mala regulación o gestión emocional.
¿Qué es la regulación emocional?
Vamos a explicar la regulación emocional según el esquema del modelo de regulación emocional basado en el procesamiento emocional (HERVÁS, 2011). El cual sugiere que hay 6 tareas o procesos para una regulación emocional eficaz. En caso de que alguno de esos procesos no se diera, podría haber algún problema para gestionar adecuadamente dichas emociones. Vamos analizando una a una:
Por un lado, para que una emoción aparezca tiene que existir una situación previa que interpretemos de una determinada manera y eso dará como consecuencia una reacción emocional. A partir de esa reacción, se activa el circuito emocional. Tantos los niños como la personas haremos lo siguiente:
1. Apertura emocional
Se refiere a la capacidad del individuo para ser consciente de nuestras emociones. Muchas veces, en el estudio nos encontramos con niños o adultos que no están conectados a sus emociones y les cuesta reconocer que esa situación les produce enfado o tristeza. Para mejorar esa apertura emocional, es bueno:
- Ampliar el vocabulario emocional del que dispone el niño o el adulto
- Entender y nombrar las emociones
- Comprender las funciones de las emociones
- Identificar las emociones en nuestro propio cuerpo.
Si hay problemas en la apertura emocional, una forma extrema sería la alexitimia (incapacidad de identificar, reconocer, nombrar o describir las emociones o los sentimientos propios).
2. Atención emocional
Se refiere a la tendencia a dedicar recursos atencionales a la información emocional. Es decir, un problema sería cuando ignoramos nuestras emociones y no actuamos a las necesidades. Los objetivos que podríamos tener en cuenta para estar más atentos serían:
- Dedicar un tiempo a profundizar en nuestras emociones e incluso anotar lo que pensamos y sentimos.
- Practicar la actividades de los 5 sentidos dónde hablamos de lo que estamos percibiendo a través de nuestros sentidos de forma presenta.
- Incrementar la conciencia ante las emociones del momento
En el estudio, muchas veces nos encontramos con niños o adultos que no quieren sentir tristeza o enfado y deciden reprimir esas emociones y ser indiferentes ante ellas. En el grado más extremo, se hablaría de desatención emocional (Gratz y Roemer, 2004; Salovey, Mayer, Goldman, Turvey y Palfai, 1995).
3. Aceptación emocional
Es el proceso en el que se asumen las emociones que sentimos sin tener que hacer un juicio entre si son negativas o no. En muchas ocasiones, se demonizan unas emociones frente a otras. Es asumir lo que sientes y lo que te pasa para poder gestionarlo. La aceptación emocional es el medio que permite afrontar las situaciones negativas, aceptar nuestras emociones y es el primer paso para superar esas emociones de una forma adecuada. En ese caso, para mejorar la aceptación se debería hacer lo siguiente:
- Romper barreras y mitos respecto a lo que significan las distintas emociones sin desterrar ninguna emoción.
- Comprender las funciones de las emociones para valorar la importancia que tiene cada una de ellas.
Las personas o niños que tienen problema en este proceso serían aquellos que experimentan rechazo emocional (Gratz y Roemer, 2004; Hervás y Jódar, 2008).
4. Etiquetado emocional.
Se refiere a la capacidad de la persona para nombrar con claridad sus emociones. Las tareas que podríamos hacer serían:
- Identificar y etiquetar emociones con juegos que promuevan eso como el emotio, ikonikus emopark.
- Aprender cómo identificar y etiquetar emociones en la vida diaria. Para ello se pueden utilizar nuestras propias experiencias en espacios comunes como las comidas o cenas o cuando se leen cuentos o películas dónde esos personajes experimentan esas emociones e ir verbalizándolas. Por ejemplo, mira este personaje lo triste que está, ¿cómo podríamos ayudarle? ¿qué podría haber hecho para sentirse mejor?
En caso de tener problemas en este ámbito, se estaría hablando de confusión emocional (Gratz y Roemer, 2004; Salovey et al., 1995).
5. Análisis emocional.
Este proceso, en muchas ocasiones automático, que hace referencia a reflexionar sobre la causa de sentirnos así y las consecuencias que tienen estas emociones. En algunos casos el análisis emocional consistiría en los siguientes elementos:
a) Origen
En el momento que hay una emoción saber el motivo de sentirnos de esta forma determinada. No siempre hay un origen concreto, a veces hay varias razones que han motivado que nos sintamos de esa forma.
b) Mensaje
Reconocer de que nos informa esa emoción: te está ayudando a prevenir un problema, te informa de que existe un problema o que hay una necesidad que no estás cubriendo, una injusticia, una situación que necesita que estés alerta…
c) Validez
No todas las emociones están ajustadas a la situación qué sucede, a veces esas señales que emite nuestro cuerpo son desproporcionadas a la situación o al peligro real. Por ejemplo, hacer un examen puede ser estresante, pero no estoy en peligro de muerte para reaccionar con una ansiedad desproporcionada que me incapacite acudir y realizar el examen. Por tanto, es importante decidir si la emoción está dando un mensaje válido o desproporcionado. Para ello, podrías utilizar diversas técnicas: técnica de la búsqueda de evidencia, la técnica del doble parámetro o la técnica de la tarta.
d) Aprendizaje
Es importante realizar ciertas conclusiones de nuestras emociones para poder tener algún plan de acción para el futuro.
6. Modulación emocional
Capacidad para realizar diferentes estrategias de tipo:
- Emocional:haría referencia a exponerse diariamente a actividades positivas y agradables para activar emociones como la calma o alegría, y a largo plazo se hablaría de concretar metas para realizar cambios vitales para estar en sintonía con nuestras emociones y tener un bienestar más duradero.
- Cognitiva: pensar un recuerdo positivo, meditar, sustituir esos pensamientos por otros alternativos que propongan una solución o el ensayo mental (pensar o imaginarte cómo lo harías, que dirías antes de hacerlo), detectar los pensamientos e ir identificando qué tipo de ideas acuden a nuestra cabeza y utilizar el razonamiento lógico (cuestionarlos con argumentos objetivos y pruebas).
- Conductual: realizar actividades positivas (que requieran autocuidado y atiendan a nuestras necesidades), ejercicios de relajación, respiración profunda o enfrentarse a esa situación que nos genera malestar.
Cuando hablamos de que hay un problema en este sentido, nos referimos a la desregulación emocional. La deregulación emocional es experimentar emociones intensas de forma frecuente sin ser ser capaz de controlarse y teniendo graves dificultades para regresar a un estado de tranquilidad. Las personas que padecen esa desregulación emocional pueden experimentar:
- Sentimientos de vacío existencial.
- Dificultad para relacionarse con otras personas.
- Discuten frecuentemente en casa o en el colegio o trabajo.
- Enfado, irritabilidad o llorar con cierta facilidad.
En grados extremos y concretos, podrían llegar a tener conductas autolesivas, atracones o abusar de sustancias como medicamentos, alcohol u opiáceos con el fin de encontrar esa regulación de la que carecen.
¿Y a ti que te gustaría saber de regulación emocional? Te leo en comentarios 😉