necesario ilustrarlo con un cuento. En el estudio, hemos tenido algún caso en el que esto ha sucedido y es menos extraño de lo que puedes llegar a pensar, además hay poca literuratura infantil que trate de este tema y lo ejemplifique . Por tanto, hemos decidido aportar nuestro granito de arena con el cuento de este mes. Espero que disfrutes este cuento y te sirva para poder utilizarlo con tu hijo/a. Así que este cuento va dedicado a ellos, porque los pequeños pueden sentirse frustrados por los mayores y también necesitan herramientas para superarlo.
Los celos no son buenos
Carlos era un chico deportista, simpático y muy charlatán con todo el mundo. ¿Con todos? No, con todos menos con su hermano mayor Raúl. Aunque Carlos tenía muchas cosas buenas, parecía que todas esas cualidades se olvidaban cuando su hermano entraba en escena. Sus padres siempre tenían tiempo para verle en sus partidos de futol, siempre sacaba mejores notas que él, evidentemente su ropa era más chula que la suya y sus juegos de mayores eran infinitamente más divertidos que los de él. Cada vez que sucedía eso, Carlos se hace un poco más pequeñito de lo que ya era y parecía que no podía controlar su mal humor ni su genio.Cuanto más chinchaba a su hermano, más bueno era con él y a Carlos, más parecía molestarle ¿Por qué le había tocado a él tener al hermano más perfecto de la tierra? Así era imposible superarle. Un sábado en el que toda la familia iba a ir de ver uno de los partidos de su hermano mayor, Carlos no pudo aguantar más y en un último intento desesperado por cambiar las cosas se levantó antes que el resto y se le ocurrió fastidiar verdaderamente a su hermano. Sigilosamente se levantó de la cama mientras todos dormían y rompió la equipación de futbol de su hermano. De ese modo, a Raúl no no le dejarían jugar el partido, ya que el entrenador desde el principio había dejado muy claro que aquel que no fuera con todo el equipo, no jugaría. Era la venganza perfecta, así aprendería su hermano a no ser tan arrogante ni tan buenecito. En un principio cuando se levantaron, todos se angustiaron y comenzaron a buscar por toda la casa. Cuando se estaba acercando la hora, Carlos veía más claro que Raúl no iba a jugar y eso le llenaba de orgullo… Hasta que escucho una conversación entre Raúl y su padre: -¿No me puedo creer que se hayan perdido? ¿Estás seguro que no lo metiste a lavar Raúl?- dijo su padre preocupado. – Que no papa, que lo deje encima de la silla, como siempre. No me explico que ha podido pasar.– Hijo, no te preocupes por no jugar, ya habrá más partidos- le consoló su padre.
– Papá, no es eso. Siento que he fallado a Carlos, sé que le encanta el fútbol, siempre es tan feliz cuando vemos los partidos por la tele y por fin iba a poder presentarle ese jugador que tanto le gusta. Y ahora nos vamos a quedar sin ir! Me da rabia fallarle papá, Carlos es tan buen hermano…- dijo Raúl entre lágrimas.
Carlos se había quedado sin palabras. Lo que estaba claro es que el orgullo se había transformado en vergüenza ¿cómo los celos le habían llevado tan lejos? Sólo había una salida: dar la cara. -Papá, Raul… no penséis más. He sido yo. Sentí una sensación de rabia por dentro que no es propio de mí. Raul siempre parece que lo tiene todo y yo… yo nada. Siempre pasáis más tiempo juntos y él me enseña un montón de cosas y yo nada… creo que nunca seré tan bueno como él. – ¿Nunca serás tan bueno? Carlos te equivocas. Papá y mamá siempre dicen cómo nos cuidas a todos, lo ocurrente que eres y lo valiente. Eres de la persona de la que más aprendo sin duda y de la que más presumen papa y mama siempre que salen. ¿Por qué no nos dijiste cómo te sentías? Quizás hubiera podido ayudarte, cuando tu apareciste en nuestras vidas, yo me sentí igual. – Pensé que nadie podía, estaba tan ciego… Perdóname. – Nada de lamentos- dijo papa- hay que pensar en una solución para poder ir al partido. Pronto a Carlos se le ocurrió la solución: llamaron a un compañero de equipo por si tenía la equipación doble para que se la prestara. ¿Cómo no había caído nadie en la cuenta? Carlos siempre tenía la habilidad de resolver como nadie los problemas. A partir de entonces, Carlos empezó a pasar mucho tiempo con él y eso hizo que las cosas cambiaran en casa. Hacían tantas actividades que no tenía tiempo ni en preocuparse si Raul era mejor o peor. Comprendió que cada uno tenía su espacio dentro de casa y cuanto más tiempo conocía a su hermano, más se daba cuenta de que no era tan perfecto cómo pensaba y que a él también le costaban muchas cosas como a él, pero los celos no lo habían dejado que se diera cuenta. Desde entonces, nunca más pensaría así de su hermano. Los celos, nunca volverían a separarlos. Ahora te toca a ti, cuéntanos tu experiencia ¿alguna vez han sufrido celos tus hijos entre ellos? ¿Cómo lo has solucionado? ¿hay algún material que te resultó especialmente útil? ]]>
DEberias hacer un libro con todos los cuentos
Muchas gracias coltan!!!Ojalá algún día no muy lejano se pueda hacer realidad.