Lucía Be y tú también sientes que no te da la vida para hacer todo lo que quieres y te sientes culpable? Si eres de los que tienes mil sueños, pero al final la rutina te acaba consumiendo. Quizás este cuento te ayude a replantearte el sentido de las cosas. Lo queremos todo: ser profesionales de éxito, padres y madres excelentes, hijos ejemplares y buenos amigos. Pero en el día a día es imposible conseguir una armonía y realizar todos tus deseos. Por eso, en el mejor de los casos acabas relegando lo que de verdad te importa porque sabes que ellos entenderán que los sacrificios que haces son por un futuro bienestar. Sin embargo, a veces te olvidas de los motivos de tantos sacrificios y te sientes en una rueda que no sabes cómo ni cuándo pararla. Y ahí, es cuando la naturaleza es sabia y te olvida a parar y replantearte la vida por un ataque de ansiedad, una enfermedad, una pérdida o simplemente suceden acontecimiento que te cambian para siempre el modo en que enfocas tu vida. Sin embargo, hoy he querido ofrecerte la oportunidad de reflexionar sobre ello sin que no haya ninguna causa, sólo por el mero de hecho de que te pares y pienses sobre lo que quieres conseguir, porque quizás ya lo tengas y no te hayas dado cuenta. El 1 de mayo celebramos el día del trabajo y creo que no hay mejor cuento que el que te presento a continuación para ayudarte en todo esto de lo que estoy hablando, así que sin más te dejo para que leas el cuento:
El pescador y el neoyorkino
Llegó a un pueblo de nuestra costa mediterráneo un acaudalado extranjero, respetado por los operadores de la bolsa de Wall Street. El neoyorquino, que disfrutaba de unas vacaciones intentado superar la angustia y el estrés que le atenazaban, vio llegar a puerto una barquita con un marinero que venía silbando y sonriente. En sus redes llevaba pescado variado dispuesto para venderse en la lonja. El ejecutivo norteamericano le planteó qué pensaba hacer tras vender el pescado, a lo que el hombre de mar contestó que reunirse con su mujer, jugar con sus hijos, tomar un café con los amigos y pasear. Entonces, el hombre de negocios, hiperactivo y consumidor del tiempo le indicó que sería mucho mejor que trabajase más horas, vendiera más pescado, comprara un barco más grande, embarcara a otros marineros, generara una flota de barcos y cotizara en bolsa. Aclarándole que está vorágine duraría unos veinte años, pero sería rico, rico. El marinero perplejo le preguntó: “Y después”. El ejecutivo concluyó que después podría retirarse a un pueblo de costa y disfrutar plenamente de los amigos, de la familia, de la tertulia y de la siesta. El pescador, perplejo, se despidió sentenciando: “Eso ya lo tengo ahora”. Y ahora nos encantaría saber tu opinión sobre este tema si te concedieran tres deseos ¿cuáles serían?; haciendo balance ¿de qué 2 cosas te arrepientes? ¿hay algo en tu vida que te ha hecho cambiar? ¡Anímate a escribirnos con tus dudas y experiencia, seguro que tu comentario ayuda al resto!]]>